274180862 10160518798596318 3554556718334393128 nLos vasos se resbalan de las manos haciéndose añicos, voy soplando las telas de araña y espantando a sus huéspedes, las picaduras dibujan un mapa enrojecido en mi piel y las ortigas invasoras apuntan al corazón.

Todo se ha amplificado. Son días neptunianos, comentan los astrólogos. Así me encuentro vagando en la intensidad de la molestia, el cansancio y la incomodidad cuando la apetencia me lleva a viajar hacia dentro y practicar la vida contemplativa. Do nothing. El alivio es que de pronto cambia el clima y todo vuelve a fluir a favor quizás con una pizca más de autenticidad y conexión con la esencia. Om Namah Shivaya.
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Encontré un peregrino filipino en el welcome solicitando cama con una gran sonrisa. El peregrino francés que le acompañaba dijo que sólo tomaría una cerveza y seguiría su camino. Mientras soltaban sus mochilas asomó una cabecita con ojos brillantes por la puerta y preguntó si podía hacer una parada corta. Juntos brindaron con la limonada fresca por el descanso merecido. Después de varios paseos por el dormitorio comunitario el peregrino filipino eligió la cama próxima a la ventana y acompañó al francés con otra cerveza en el jardín salvaje.
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Encontré unas gafas de sol en el welcome y a su dueña de ojos brillantes sentada en la tumbona del jardín. Su instinto le susurró de quedarse a dormir y ella, fiel a su corazón eligió la cama y recuperó sus gafas. El peregrino francés quiso echarse una siesta en la hamaca del bosque antes de continuar su camino. Debajo de la mesa del living room encontré un billete de avión que devolví a su dueña de ojos brillantes, ella continuaba con su descanso en el jardín salvaje.
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El peregrino francés quiso dormir en el bosque, a los pies del castaño centenario y amenizó el check in con unos acordes de guitarra. Después de cenar me contó que llevaba dos semanas intentando fotografiar la esencia de algunos peregrinos. “Cierra los ojos y piensa en lo que el camino ha aportado a tu vida”, me dijo. Sentí como mis pies se enraizaban a tierra mezclándose con las raíces de los árboles y mis manos se elevaban por encima de la cabeza. Tras abrir los ojos, hizo clic con su cámara en repetidas ocasiones mientras yo recogía el mensaje de esta experiencia. Desconozco el resultado de su captura aunque ya me valió su proyecto para volver a casa de nuevo y conectar con esa luz que llevamos dentro. Om Shanti Shanti Shanti.