En el day off cambié la maragateria por el bierzo y la lluvia por el sol. La carretera para acceder al valle fue sinuosa, la berza coloreaba las montañas de rosa y el silencio era embriagador.
Con un australiano dentro de la ducha la caldera dejó de funcionar. Mientras los hospitaleros buscaban afanosamente la solución los tres aussies interrumpían con súplicas de agua caliente.
Una peregrina italiana que salió a caminar a las cinco de la tarde quiso hacer el checkin a las diez de la noche y ese día la hospitalera se angustió un poco. Al día siguiente estampó el sello en una credencial gaditana y se le pasó el disgusto.
Cierro los ojos cuando aún es de día y los abro con las estrellas iluminando el cielo. Los niveles de vitamina D disminuyen mientras que el chubasquero vuelve a la percha de la entrada.
Ella no ha hecho el camino y no ha sido impedimento para dibujar los trazos de la portada del Pilgrims’ book. Desconocía que esos trazos conformarían mi partida de nacimiento y que en las hojas en blanco cientos de peregrinos escribirían en decenas de lenguas.
Tocaron la puerta dos peregrinas gallegas que caminan de la mano con la mamá de una de ellas. Duermen en una campervan y el brillo de sus ojos delata la buena vibra de sus corazones.
La hospitalera improvisó un menú para la peregrina italiana que le provocó un mar de lágrimas de agradecimiento. Reconoció el libro de Cocina botánica y encumbró a Carlota como la mejor chef vegana.
Una colonia de hormigas se ha mudado sin previo aviso a la casita donde dormimos y ahora hacen fila sobre la mat mientras practico cada mañana.
© 2025 The Jumping Forest