Cierro los ojos cuando aún es de día y los abro con las estrellas iluminando el cielo. Los niveles de vitamina D disminuyen mientras que el chubasquero vuelve a la percha de la entrada.
Ella no ha hecho el camino y no ha sido impedimento para dibujar los trazos de la portada del Pilgrims’ book. Desconocía que esos trazos conformarían mi partida de nacimiento y que en las hojas en blanco cientos de peregrinos escribirían en decenas de lenguas.
Tocaron la puerta dos peregrinas gallegas que caminan de la mano con la mamá de una de ellas. Duermen en una campervan y el brillo de sus ojos delata la buena vibra de sus corazones.
La hospitalera improvisó un menú para la peregrina italiana que le provocó un mar de lágrimas de agradecimiento. Reconoció el libro de Cocina botánica y encumbró a Carlota como la mejor chef vegana.
Una colonia de hormigas se ha mudado sin previo aviso a la casita donde dormimos y ahora hacen fila sobre la mat mientras practico cada mañana.
Los peregrinos españoles de semana santa tambalearon mis ‘para que estoy aquí’ aunque la pareja de catalanes y de canarios suavizaron el desasosiego. Conversaban alegremente con los hospitaleros y agradecían la quietud del hogar.
La reserva de la pareja de coreanos entró a última hora aunque llegaron los primeros. Su sonrisa se mantuvo firme en todo momento y casi no les reconocí cuando salieron a dar un paseo por la aldea.
A mediodía llamó a la puerta una pareja de daneses buscando refugio antes de lo previsto. La aspiradora y otros artilugios de limpieza les bloquearon la entrada y decidieron volver en una hora.
© 2025 The Jumping Forest