En el abrazo del árbol me sorprendió un pájaro blanco y gris de cabeza regordeta. Mientras sostenía mi mirada curiosa unas de las ramas envolvió con suavidad el pie izquierdo, le siguió el derecho y ascendió hasta la rodilla derecha, donde un ligero cosquilleo me desvió la mirada.
La isla de Flores nos retuvo unas horas en su aeropuerto como señal de cariño. Llegados a Bali un sonriente indonesio nos guió a carrera por el aeropuerto hasta alcanzar la puerta de embarque minutos antes que la cerraran.
Dos meses de island hopping por Indonesia y la isla de Flores se coloca en el top one.
A la playa desierta donde practicaba el do nothing llegó una familia de seis. A las dos mujeres los rayos de sol sólo le radiaban los pies y las manos. El resto de piel parecía tener prohibido la absorción de vitamina D.
Una nube negra nos recibió en Nusa Penida. No siempre fue la protagonista, a veces los rayos de sol marcaron un tiempo primaveral y extrañé la rebequita.
Los planes para Bali se quedaron atrapados en la cinta de equipaje número treinta y siete del aeropuerto. Seguramente aún sigan esperando que alguien los vaya a recoger.
Menos sol y más noche para hoy en este cambio de estación. Lo atípico es continuar con chanclas y vivir en un verano eterno.
De Junio a Agosto los cielos de Bali se tiñen de colores, negros, rojos, blancos como tributo a la trinidad Hindú.
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